Una vez ha cesado la identificación con la "persona", esta empieza a desvanecerse, las programaciones empiezan a diluirse, lo que se creyó ser, queda borrado.
El "ver" eso es instantáneo. En cambio, la desprogramación, el vacío de los condicionamientos, es algo progresivo, ocurre en el tiempo.
Pero el decubrimiento de la eseidad, el "despertar espiritual", no es el final de nada, sino más bien un principio. Ciertamente no hay nadie ahí, nadie busca ni pregunta. No hay "nadie" tal y como entendemos el concepto "alquien", pero sí hay alguien no personal, llamémosle: algo. Le llamo exactamente: alma.
Alma es el aspecto sin programar que siempre estuvo ahí, la verdad que somos y verdadero origen de la búsqueda. La búsqueda no era más que el reflejo del anhelo del alma en la persona. Cualquier deseo es personal, excepto el deseo de Dios, de la Verdad, de lo Absoluto. El anhelo de Dios pertenece al alma, viene del alma. Y ni siquiera es un deseo, sino un movimiento. Un movimiento natural, pues el alma está abocada a Dios, como el río está abocado al mar.
Es el alma quien anhela a Dios. Todos los demás deseos son falsos, las demás preguntas son falsas. El alma no pregunta, el alma sabe quien es y de donde viene y naturalmente se dirige a su origen a su fin.
Oh, alma mía, emprende el vuelo,
nada ni nadie te retiene ya aquí..
Regresa a los brazos del Amor y
Sé Libre..
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